La red es fuente de negocio y de ocio, hasta el punto que ha influido en la forma de ligar. Y para muestra, un botón. Tengo una amiga que busca pareja. Se trata de una mujer independiente de 35 años, que aunque conoce a mucha gente nueva, no siempre da con personas interesantes con las que entablar un algo más. Mi amiga forma parte del perfil de edad mayoritario de este tipo de redes, entre 35 y 55 años.
Así pues, a mi amiga, llamémosla Ana, se le pasó por la mente que igual internet podría ser el lugar en el que cupido escondiera sus flechas. Y probó las webs/redes sociales eDarling y Meetic. La primera tiene por claim en su anuncio: ‘Relación Seria’, y se basa en un test de personalidad para encontrar perfiles afines (‘Encuentre el amor ideal con nuestro test de personalidad’, dice su información en Google). La segunda, Meetic, cuyo claim es: ‘Empieza ahora a buscar pareja’, no requiere de tanta dedicación para empezar a usarla, ya que es el propio usuario quien elige con quieren relacionarse.
Ana, cansada de rellenar el largo formulario de la primera, y quizás algo asustada por lo que ‘Relación Seria’ quería decir, decidió probar suerte con la segunda. Y conoció gente, cierto, dado que en esta red predominan los hombres quienes conforman un 65% de sus usuarios. El género mayoritario de usuario en estas redes sociales varía en función de la web, en eDarling, por ejemplo la mayoría son mujeres, mientras que en Meetic hay muchos más hombres, según datos de Alexa.
Ana siguió buscando. Y probó suerte con las aplicaciones de móvil, como es el caso de Tinder, una aplicación con geolocalización que permite conocer gente que esté cercana a ti. También está vinculada a Facebook, de manera que permite saber qué amigos tienes en común en dicha red social, tiene más de 50 millones de usuarios. Es fácil de utilizar ya que con tan solo deslizar el dedo encima de la pantalla del teléfono se puede indicar que un perfil gusta o no, dependiendo de se hace hacia la derecha o a la izquierda. Cuando ambos perfiles se gustan, es cuando comienza la conversación. Ana conoció a más gente a través de esta aplicación. También visitó Adopta un tio, una web en la que las mujeres escogen con quien quieren quedar y los hombres se dejan querer. El concepto es curioso: ‘Hombres-objeto para mimar’. Pero de momento cupido no ha sorprendido aún a mi amiga.
Ana está soltera, pero si su estado civil fuera diferente sus inquietudes tendrían de igual modo espacio en internet. Y es que no sólo el amor es un negocio en la red, también lo es la infidelidad. A este tipo de redes se les ha unido una tipología que tiene un target muy localizado: los casados. Un ejemplo sería MiAffaire, cuyo lema es ‘Aventuras discretas’, red que se anunciaba hace unos días con descuento en Groupalia aprovechando la cercanía de San Valentín. Una web digna de visitar, que juega con el misterio para atraer al público. No es que el amor y la infidelidad sean exactamente lo mismo, pero en términos de negocio, parece que ambos funcionan. Second Love es otro ejemplo de la misma tipología, con un lema clarito: ‘Coquetear no es solo para solteros o solteras’; o Ashley Madison, una web gratuita para las mujeres cuyo eslogan es ‘La vida es corta, ten una aventura’, o Victoria Milan, con ‘Revive la pasión, encuentra una ventura’. A estas redes se unen las que organizan ‘encuentros’, como Casual Club o C-Date, con claims bastante explícitos ‘Looking for pleasure’ y ‘Citas sin compromiso’.
Badoo, con 236 millones de usuarios, Zoosk, Skout, Parship, Be2 o Pof, son solo algunas más de las redes y Apps que permiten ‘conocer gente’. Amor, sexo, infidelidad… Hay pocas cosas que internet no sepa monetizar.
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